top of page

El Teatro de Voz Encarnada es el movimiento escénico que he estado desarrollando en los últimos años, un lenguaje que nace de mi fascinación por las voces que no provienen de mi propio cuerpo y por cómo la memoria, el trauma, el deseo y la identidad se transmiten a través del sonido. En esta práctica, trabajo con textos pregrabados: cartas, confesiones, entrevistas, fragmentos de mi historia personal. En lugar de pronunciar estas palabras en directo, las sincronizo mediante una precisa sincronización labial. Mi cuerpo se convierte en el instrumento, el traductor, el vehículo a través del cual reviven estas voces externas.


Para mí, este movimiento crea un estado de doble presencia. En el escenario, soy yo mismo y no soy yo mismo. Soy el intérprete, pero también el medio para el dolor, el anhelo, el miedo o la verdad de otra persona. La grabación fija y mi cuerpo que respira existen en tensión. Esa fricción es donde ocurre la performance. Al separar la voz del cuerpo, expongo las grietas, los lugares donde la identidad se siente fracturada, atormentada o dividida entre diferentes versiones del yo.

​

El Teatro de Voz Encarnada aún no pertenece a ninguna tradición formal, pero surge de prácticas que admiro: el teatro verbatim, donde los testimonios moldean las estructuras dramáticas; la performance de voz mediada, que juega con la ausencia y la presencia; y el teatro sonoro, donde el intérprete responde físicamente a un mundo de audio precompuesto.

Lo que aporto a este linaje es el uso del lipsync no como entretenimiento, sino como dramaturgia. El lipsync se convierte en una herramienta para habitar el paisaje psicológico de un personaje, o a veces el mío propio. Me permite escenificar diálogos internos, contradicciones y rupturas emocionales que a menudo son imposibles de expresar únicamente mediante la interpretación hablada.


Como artista queer que trabaja con temas como la religión, la autoestima, la depresión y el anhelo de aceptación, encuentro que esta forma me permite dar forma a voces que han sido silenciadas, avergonzadas o enterradas. Me ayuda a explorar la multiplicidad de la identidad, cómo llevamos dentro las voces de otras personas, cómo influyen en nuestros cuerpos y cómo las combatimos o las aceptamos.


El Teatro de Voz Encarnada es una práctica que trata la voz como algo archivado, relacional y atormentado, y el cuerpo como el espacio donde esas voces se confrontan, resisten y transforman.

bottom of page